Ayer volviste a meterte en mi cama como una tarántula y hubo entre nosotros gruñidos de animales. La sangre y el dolor fueron nuestro festín. Te di una paliza,sí ¡¿qué pasa?! el látigo y mi mano cantaron canciones de amor.
Tú nunca me denunciarías, no harías como esas otras porque eres la hija incestuosa de la Virgen de Covadonga que fue enjendrada por su otro hijo incestuoso.
Tú sí sabes quién soy. Sabes que soy ese perro rabioso negro atado a una cadena que si me sueltan destrozaría cualquier entraña. Sabes que la maldad anida en mí y sólo deseo el daño y me acojes en tu frío corazón alegrándote por el sufrimiento.
2 comentarios:
Suarón, cambia de camello...
Sí, el desierto es muy largo y duro y no sé si aguantará
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