23/12/21

Santa


 

Benjamin se despertó en el albergue municipal con la misma resaca de todos los días. Una pastosa resaca de vino de cartón y cerveza barata, las pocas bebidas que podía llevarse a la boca con su miserable paga de incapacitado y su adicción al juego.

Al levantarse vomitó en el baño comunitario. Se lavó los dientes, aclarándose la cara y los sobacos. Nunca desayunaba. Al menos hoy tenía motivos para estar contento, era víspera de Nochebuena. La ciudad luciría su suntuoso despilfarro en luces navideñas y las tiendas y centros comerciales estarían de repletos de gente comprando, una buena ocasión para conseguir un dinero extra pidiendo. Además, la feliz falsedad en pleno apogeo, solía traerle suerte.

Después de aclararse volvió un rato a la cama y se masturbó pensando en una de las voluntarias del albergue, la más joven de todas. Se limpió con el gorro del traje de Papá Noel que había comprado hace unos días.“GOD BLESS YOU”. Luego se lo puso, junto con la chaqueta roja y blanca de Santa Claus. Con su barba blanca parecía el mismísimo Papá Noel.

Salió del albergue. Hacía una mañana calurosa y soleada, magnífica para esas fechas. Se dirigió al parque contiguo. Estaba más repleto que de costumbre por las vacaciones escolares. Caminó un rato por el paseo, entre árboles y jardineras. Al pasar cerca de unos columpios varios niños se le acercaron.

-Carapijo. Tú no eres Papá Noel. Eres un mendigo borracho. Como dice mi madre, un vago asqueroso.

-¿Qué nos vas a traer? Solo mierda.

-¡Unas hostias os voy a dar!

Benjamin fue hacia ellos con las manos levantadas, pero los niños corrieron con mucha más energía. Se agarró los cojones desafiándolos y siguió caminando. Había bastantes runners y gente paseando a sus perros. Dos adolescentes se besaban en un banco. Una especie de perro bóxer, quizá atraído por los colores del traje, se le encaramó con sus patas en alto, intentando abrazarle.

-¡Bolo, ven aquí! ¡No molestes a ese señor!- gritó la dueña que iba caminando más atrás, una mujer de unos treinta y tantos vestida con un chándal ajustado y unos cascos inalámbricos.

Con el susto del perro y los niños, la resaca le fue amainando. No era un buen día para pasear tranquilamente por allí, así que dio media vuelta y se dirigió al supermercado. Al entrar los clientes le miraron de forma despectiva. Un compañero del albergue, ex-yonqui, estaba comprando una bolsa de patatas fritas, chocolate y unas latas de cerveza.

-¿Dónde vas así vestido?-le preguntó.

-Voy a buscar a los renos je,je, je. Se acercan fechas de mucho trabajo.

Buscó la estantería de las bebidas y cogió un tetra brick de vino. Volvió al parque y se sentó en un banco, algo más alejado del gentío, mientras abría el cartón de vino. Pensó en su pasado. Había sido una persona admirada y respetada, un músico de cierto prestigio. Tocaba la trompeta en una orquesta y después formó como trompetista en un grupo de jazz fusión de cierto éxito, actuando en muchos garitos del país, pero también en grandes escenarios y auditorios. Se acordó de aquel fatídico día. Volvía con su mujer de tocar en un concierto. Conducía borracho y algo drogado. El coche se salió en una curva. Solo sufrió varios golpes y un brazo roto, pero su mujer se llevó todo el impacto en la cabeza. Falleció en el acto.

Después llegaron las depresiones, el alcoholismo extremo y el juego. Dejó la música y el grupo de jazz y se instaló en esta ciudad. El dinero se le fue terminado. Algunas buenas rachas con las cartas y la ruleta, pero acabó perdiendo la mayoría de ahorros. Gracias a lograr la paga por incapacidad pudo subsistir.

Caminó hacia el centro de la ciudad después de comer un bocadillo. El día radiante enseguida se convirtió en noche. El bullicio previo a la Navidad atestaba las calles. Encontró su esquina habitual y se sentó para representar el papel.

-JOU, JOU, JOU- Sus gritos enseguida llamaron la atención. Los niños más mayores, los que ya no creían y el resto de la gente lo miraban con cierta pena. No era un santa muy fotogénico para Instagram. Se había partido un diente hace poco, en una caída volviendo al albergue.

Un tipo cantaba ópera muy cerca de allí y se estaba llevando todas las monedas, con su voz melodiosa estaba triunfando y allí era imposible ganar nada. Se fue unas calles más abajo para instalarse en otra esquina. Las primeras monedas empezaron a aparecer, ya sin la competencia del operista.

-JOU, JOU JOU-siguió gritando. Tuvo una corazonada: 14 rojo. Lo vio claramente reflejado en el fondo de un edificio. Apostaría por ese número en la ruleta del casino, si conseguía el dinero suficiente.

Las horas pasaron y el gentío se iba atenuando. De repente apareció ataviado con un ridículo sombrero y un pañuelo Daniel “el negro”, el vocalista de su antiguo grupo de jazz. Hacía años que no lo veía. Daniel “el negro” tenía una voz sacada del mismísimo Harlem.

-¡Daniel, Daniel!

El negro se dio la vuelta y quedó un rato mirando y pensativo hasta que reconoció a su antiguo trompetista.

-Hola Benjamin. ¡Cuánto tiempo!¡Increíble! No sé nada de ti desde hace años, desde que te fuiste por el accidente. ¿Qué tal estás? Intentamos contactar contigo muchas veces-dijo el negro.

-Ya ves, bien. Aquí trabajando para conseguir algo de dinero. Siempre me gustó la escena.

-No te veo muy buen aspecto.

-JOU, JOU, JOU. Estoy de puta madre, pero sin blanca.

-Yo ando de gira con mi nuevo grupo. Hoy tocamos aquí en la ciudad. En The Cat, a las nueve. ¿Por qué no te pasas? Al resto les gustará verte. Todavía se te recuerda en el mundillo. Podemos hacer que toques un solo.

-No lo sé. Hace tiempo que lo dejé y no volví a coger una trompeta. ¿No tendrás algo suelto?

Daniel sacó su cartera y le dio tres billetes de 50.

-Te debemos esto y más.

- Gracias. A lo mejor me acerco.

-Sería fenomenal.

Tras despedirse, Benjamin se quedó pensativo. Dudó en acudir a la cita, pero un impulso lo condujo hasta el casino de la ciudad. Apostó los tres billetes al 14 rojo de la ruleta. Una sola y arriesgada tirada con todas las fichas. La bola rodó y rodó cayendo en el 20 negro, justo al lado del 14 rojo. Una vez más había perdido.

Se fue de allí camino del albergue. Antes entró en una tienda que seguía abierta y compró dos cartones de vino. Se sentó en un banco del parque.

-JOU, JOU, JOU.

Vio pasar un carruaje con renos en el cielo. Venían a buscarle ya. Empezaba aquí el trabajo gratuito de cada año por el que había renunciado a todo. Se lo había prometido a su difunta mujer.

Él, era el verdadero Santa Claus.

David S. Suarón. "Obras para coleccionistas pobres o avaros"(Más Madera 2019)

15/12/21

La güela Alicia cumple 100 años

El domingo pasado la güela Alicia cumplió oficialmente 100 años!!!Recuerdo aquellas frías tardes de invierno en Grao, viendo la Pantera Rosa o El Equipo A. Al calor de la cocina de carbón nos preparaba un caldo, mientras tejía un jersey de lana. 
Porque la poesía ye un jersey de lana fecho por una güela y rasgado en el espejo de la bestia sugerida.

Viva la güela Alicia!!!

4/12/21

Un revolver de seis latidos"(Platero Coolbooks, 2021). Javier Muñiz.


Nada mejor para retomar las referencias a otros libros del blog que "Un revolver de seis latidos"(Platero Coolbooks, 2021). Último poemario del avilesino Javier Muñiz, que une poesía, jazz y novela negra. Aquí el primer poema:


ALONE TOGEHER

MILES DAVIS

El vaso vacío,
la ceniza cayendo sobre el último
poso de tu olvido,
Miles a la trompeta,
Alone Together,
afuera,
la lluvia marca su dominio
en esas calles salvajes,
las que un día fueron tuyas,
tu corazón aún sigue latiendo
por ella.
Fue en el club Birdland
cuando la escuchaste por primera vez,
su voz te enganchó más rápidamente
que toda esa heroína que bailaba en tus venas,
sus manos recorrían con promiscua delicadeza
las teclas de un piano que deseabas que fuera tu cuerpo.
El cruce de miradas
fue la primera
bala cargada en el tambor de ese revólver
sediento
de disparos de pasión...
Brigid O. era su nombre, nombre de halcón,
un nombre de mujer de dos vidas,
un nombre de mujer interminable,
un nombre de mujer inconquistable.

Han pasado seis largos meses
desde el primer encuentro
y aún te tiemblan las piernas
cuando piensas en ella,
cuando piensas en lo que hiciste,
cuando piensas por qué le pegaste dos tiros.

El vaso vacío,
tu corazón aún sigue latiendo,
el revolver apuntando a la cabeza,
el gatillo percute, el tambor gira,
tu vida estalla,
en la calle sigue lloviendo,
Miles dejó de tocar.

Un revolver de seis latidos"(Platero Coolbooks, 2021). Javier Muñiz.