31/1/10

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“Entonces lo supo. Pero era demasiado tarde para saberlo.
Con extremada cautela, para postergar un poco la certidumbre, tocó a su derecha; había una pared de madera, y otra detrás de la cabeza y otra a sus pies. Golpeó con los puños hacia arriba y a ambos lados, y gritó, pero no oyó nada, era como si la negrura engullese el ruido.
Dios mío.
Estaba en un ataúd, enterrado vivo.”
Tim Krabbé. “La desaparición”.

2 comentarios:

Guaje Merucu dijo...

Anda que como se levante... ;-)

David Suárez Suarón dijo...

Menuda...