A punto de morir estaba un hombre
pobre como la voz que aun frío escucha
pidiendo un pan, pidiendo amor. Su lucha,
tal que nieve cayó. Nadie se asombre.
Antes de ser "lo que la muerte escombre",
quiso advertir que iba a su fin. No es mucha
la osadía. Mas grande fue la ducha
que, heladamente, le caló hasta el nombre.
Le dijeron: "Despojo, no te quejes,
no nos tires tu lágrima; es molesto.
Acaba ya, no importa que te alejes.
Pero hazlo bien, se fino en ese gesto.
Que esté correcto el muerto que nos dejes".
Vomitando murió, torpe hasta en esto.
Manuel Pinillos.
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