Viajes, limusinas, mariscadas y fiestas privadas con cargo a una empresa fantasma
El dinero
público y privado que supuestamente obtuvieron de forma fraudulenta
Iñaki Urdangarin y su socio Diego Torres a través del complejo entramado
de sociedades pantalla que pivotaba en torno a la consultoría Nóos
sirvió para ofrecer un tren de vida, si cabe más fastuoso, a la pareja
Urdangarin-Borbón. De acuerdo con el auto de imputación del juez José
Castro, la infanta Cristina y su marido cargaron todo tipo de facturas
personales a la cuenta de gastos de una de estas empresas fantasma que
recibía fondos de Nóos: Aizoon S. L, cuyos únicos dos socios eran la
hija del rey y su marido.
De esta manera, la pareja no sólo infló artificialmente los gastos de la
empresa, con lo cual evitó pagar unas cantidades mucho más altas en
virtud de Impuesto de Sociedades (la tasa que grava los beneficios de
las empresas tras restar los gastos a los ingresos), sino que además
evitó declarar dichas cantidades como “rendimientos del capital
mobiliario” en sus respectivas declaraciones de la renta, con lo que
defraudó doblemente a la Hacienda pública.
La treta parece burda pero, durante ocho años, hasta que salió a la luz
el caso Noos, funcionó. De hecho, el juez Castro precisa, basándose en
un informe de la Agencia Tributaria, que durante ocho años, la hija
menor del rey sólo pagó dos facturas de más de 3.005 euros con cargo “a
su propio peculio”. Y eso que la pareja incurrió en gastos elevadísimos
para reformar el palacete de Pedralbes-la vivienda de lujo que
adquirieron en 2004 en Barcelona- amén de llevar un elevado estándar de
vida, que incluía viajes de elevado coste, adquisición de objetos de
lujo, organización de fiestas familiares e incluso contratación de
personal doméstico al que además se pagaba en negro. Todos estos gastos
se cargaron a la cuenta de Aizoon.
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