22/10/09

La enamorada del obispo. Un poema de Antonio Arjona Martínez


I

Fue una tarde.Cruzó por la carretera
brillante como una estrella
bajo la luz del ocaso.
Fue una tarde. Llevaba la mano fuera.
¡Ay, qué amatista tan bella
sobre aquella piel de raso!
Como una saeta
pasó el automóvil
del obispo, ante la vieja.

II

Con brincos de cabra coja
va a confesarse la vieja
de su terrible pecado.
Hincada de hinojos, roja,
va desgranando el rosario
de su sueño no soñado.
¡Qué larga penitencia
para un daño tan enorme
pecado de irreverencia!

III

Se pone el sol tras los chopos del camino;
raudo cruza el automóvil
de monseñor.
Brillante, refulgente, cual pupila de felino;
la vieja le mira inmóvil
con amor.
Panderos de la ilusión:
-¡Es mío, mío, el obispo;
le tengo en mi corazón!

Antonio Arjona Martínez

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