Cuando comentaron que Antonio, el hermano de Lisardo el panadero, cuñado de Beatriz, había fallecido en un accidente de tráfico, Juan empezó a reírse a carcajadas. No se alegraba ni era una mala persona. Simplemente la vida lo había anestesiado de los dolores lejanos. La conversación le pareció ridícula y no pudo evitar el estallido de una infantil risa nerviosa.
David Suárez, Suarón.
6 comentarios:
Yo creo que todos hemos tenido alguna vez ganas de reirnos cuando no debíamos. El tema es saber aguantarlas. Juan es gilipollas. Punto. Genio y figura...
Probablemente aunque tiene la desgracia o la suerte de no existir.
Sí existe; no te equivoques. Todos existen.
A mí me pasó algo así una vez...y aún tengo cargos de conciencia...pero era una cría y estaba colocadísima...En fin, cosas de la naturaleza humana.
BxussS guapetón!!
A eso me refería yo. Todos existen... la vida. Un frenesí...
Bueno siempre la realidad supera la ficción.¿Qué locura de mundo, no?
Seguro que tas perdonada Ada, pero debió ser la hostia jejj. Bexusss
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