4/2/15

Recordando nevadas

Cuando amenaza nieve uno empieza a recordar su vida por nevadas. En Oviedo no es frecuente que lo haga así que siempre que ocurre queda grabado en la mente, asociadas a ciertas imágenes, por lo general ilídicas y mitificadas. La nieve trae siempre más trastornos que beneficios. Trastocan el transporte, provocan accidentes, destruyen cosechas y un sin fin de incomodidades que son obviadas por la mayoría.Porque la nieve nos saca de la rutina y nos traslada a la infancia.
Mi primera gran nevada fue en el año 79, era yo muy guaje y tan sólo puede ver desde la ventana de mi casa como se cubría todo de blanco y los coches desaparecían. Fue en las grandes nevadas de principios de los 80 cuando más lo disfruté. Iba al colegio Hispania y las guerras trivales contra el colegio rival de los Dominicos se tornaban dramáticas. Desde las trincheras de El Campillín nos lanzábamos miles de bolas, una escena que bien simulaba a la I Guerra Mundial y en la que tampoco faltaba el asalto y el cuerpo a cuerpo.
Las arduas batallas dieron paso a actividades más lúdicas y creativas como lanzarse por una pendiente con un plástico desafiando a aquella leyenda urbana en la que decía que varias personas habían muerto desangradas al clavarse una rama en el culo o crear sofisticados muñecos, señores blancos con bufanda.
En los 90 se dio paso a una ley seca. Parecía que eso del cambio climático iba siendo verdad y las nevadas ya iban a ser cosa del pasado salvo en aquella del 92. Estudiaba yo el BUP en "el Seminario" y la excusa fue perfecta para iniciar una ofensiva kale borroka en forma de bolas de nieve contra algún profesor.
 Todo eso se fue derritiendo y en la década de los 2000 los escasos días eran aprovechados para salir con la bici pilotado entre la nieve y de copos copas ya que en la última del 2010, que concidió de fin de semana, uno no se olvidó de salir a cenar para calentar la noche con cachopos y orujos.
DavidS, Suarón.

1 comentario:

Sandra Sánchez dijo...

Qué cierto eso de recordar la vida por nevadas...veo que más o menos vivimos las mismas jeje.
Saludos!
Sandra Sánchez