El jugador vuelve destrozado, con el rosto desencajado por haber perdido casi 400 euros en una anónima tragaperras . Se dirige a donde estoy yo. No niego que lo conozco, le saludo y me corresponde con un gesto de desprecio diciéndome que cruce. Yo sé que vienen coches con prisa por llegar o con deseos de huir pero le hago caso. Me libro por los pelos, mi juego es diferente, yo participo desmesuradamente en la ruleta rusa de la vida.
2 comentarios:
Cuidado con las balas perdidas.
El peligro y las desgracias vienen cuando menos te lo esperas,es verdad.
Publicar un comentario