21/10/18

Eróticas. El Cuadro.


EL CUADRO

Me encanta prepararme para que me pintes desnuda. Maquillarme, peinarme, ponerme guapa para la ocasión. Luego, ante tus ojos de artista, ir quitando lentamente toda la ropa, empezando por el vestido. Mostrarte la lencería fina, el teddy ajustado negro con redecilla y motivos florales o el sujetador de encaje blanco y las bragas a juego. Ir lentamente deslizándolos sobre la piel y que caigan al suelo, mientras tú preparas el lienzo y los pinceles.

Me seduce embadurnar mi cuerpo con aceite lubricante de lavanda para que brille. Ir extendiéndolo con las manos por el cuello y los pezones. Apretar mi barriga y seguir acariciándome con el aceite el coño y los labios vaginales. Después arrastrarme por el suelo como una gata en celo, ronroneando hasta donde estás tú, ya dispuesto a retratarme y bajarte los pantalones para lamer tu sexo. Meterme todo tu pincel en la boca. Acariciar el glande suavemente con mi lengua hasta bajar al escroto. Juguetear con tus testículos, pero evitando que te corras. Es en ese momento de máxima excitación cuando estamos preparados para la obra. Yo para ser retratada, tú para plasmarme sobre el lienzo.

Hoy es una ocasión más, el cuarto retrato en un mes y después del ritual me tumbo sobre la cama. Tu ideal estético es la Venus de Urbino de Tiziano. Una joven rubia como yo, tendida en un lecho, con la mirada fija en el pintor, sosteniendo un ramo de flores y tocándose el pubis con una de las manos. Trato de imitarla, pero añadiendo más calor al asunto, ya que con mis dedos, en vez de depositarlos tranquilamente sobre el coño, los muevo. Penetro en mi interior masturbándome lentamente. Comienzo a gemir y en ese instante es cuando empiezas a pintar mientras te tocas. Cuando estás más cachondo trazas líneas y rasgos casi perfectos. Eres rápido con el pincel, el de pintar, porque con el otro sabes aguantar hasta el momento justo. Aguardamos, contenemos el orgasmo con esfuerzo para que se consuma la obra, hasta que me retrates como si fueses un pintor de los grandes y yo sea la musa que inspiró algo maestro. Das los últimos retoques y añades todo el color. Pintas retratos en las calles de las fiestas de los pueblos y ciudades, pero deberías exponer en las mejores galerías.

Una vez terminas, te lanzas sobre mí y me lames el sexo. A continuación yo recibo tu polla succionándola. Se hacerte el beso de Singapur como nadie te lo ha hecho. Con mi vagina absorbo tu pene como si fuera la boca. Luego me levantas con tus potentes brazos, yo ya con los ojos en blanco y gimiendo, entrando en un fastuoso orgasmo. Nos corremos a la vez y caemos sobre el cuadro cuya pintura se corre también. El retrato realista de mi desnudo se torna en una imagen surrealista. La pintura se mezcla con tu espalda entre los gritos de ambos. La estampa es ahora una mancha en la que apenas se distinguen claramente unos pocos trazos, aunque sublime. Refleja un instante de pasión loca y desenfrenada. El color castaño de mi cabello se confunde con el rojo de los labios y el crema de la piel. Completamos la obra con restos de flujo vaginal y semen que caen por mi entrepierna y van a parar al amasijo. Aunque eres un pintor figurativo te gusta el resultado abstracto del cuadro.

Al día siguiente compruebas que los lamparones lejos de estropear el conjunto añaden un equilibrio pictórico y decides poner más. Me pides que te la casque tres veces y yo, con mi mano humedecida por el sudor y la saliva, lo hago hasta que depositas todo el semen sobre el lienzo. Con mi lengua completo la faena, mezclando el semen con la pintura en el cuadro.

Una galería de arte moderno francesa lo adquiere por 10.000 euros. Al fin se reconoce tu talento. Decidimos “pintar” más todos los fines de semana. Somos una pareja de creadores sublime.

David S. Suarón.

1 comentario:

David Suárez Suarón dijo...

Eres el chino cudeiro??