EL
CUADRO
Me
encanta prepararme para que me pintes desnuda. Maquillarme, peinarme,
ponerme guapa para la ocasión. Luego, ante tus ojos de artista, ir
quitando lentamente toda la ropa, empezando por el vestido. Mostrarte
la lencería fina, el teddy ajustado negro con redecilla y motivos
florales o el sujetador de encaje blanco y las bragas a juego. Ir
lentamente deslizándolos sobre la piel y que caigan al suelo,
mientras tú preparas el lienzo y los pinceles.
Me
seduce embadurnar mi cuerpo con aceite lubricante de lavanda para que
brille. Ir extendiéndolo con las manos por el cuello y los pezones.
Apretar mi barriga y seguir acariciándome con el aceite el coño y
los labios vaginales. Después arrastrarme por el suelo como una gata
en celo, ronroneando hasta donde estás tú, ya dispuesto a
retratarme y bajarte los pantalones para lamer tu sexo. Meterme todo
tu pincel en la boca. Acariciar el glande suavemente con mi lengua
hasta bajar al
escroto. Juguetear con tus testículos, pero evitando que te
corras. Es en ese momento de máxima excitación cuando estamos
preparados para la obra. Yo para ser retratada, tú para plasmarme
sobre el lienzo.
Hoy
es una ocasión más, el cuarto retrato en un mes y después del
ritual me tumbo sobre la cama. Tu ideal estético es la Venus de
Urbino de Tiziano. Una joven rubia como yo, tendida en un lecho, con
la mirada fija en el pintor, sosteniendo un ramo de flores y
tocándose el pubis con una de las manos. Trato de imitarla, pero
añadiendo más calor al asunto, ya que con mis dedos, en vez de
depositarlos tranquilamente sobre el coño, los muevo. Penetro en mi
interior masturbándome lentamente. Comienzo a gemir y en ese
instante es cuando empiezas a pintar mientras te tocas. Cuando estás
más cachondo trazas líneas y rasgos casi perfectos. Eres rápido
con el pincel, el de pintar, porque con el otro sabes aguantar hasta
el momento justo. Aguardamos, contenemos el orgasmo con esfuerzo para
que se consuma la obra, hasta que me retrates como si fueses un
pintor de los grandes y yo sea la musa que inspiró algo maestro. Das
los últimos retoques y añades todo el color. Pintas retratos en las
calles de las fiestas de los pueblos y ciudades, pero deberías
exponer en las mejores galerías.
Una
vez terminas, te lanzas sobre mí y me lames el sexo. A continuación
yo recibo tu polla succionándola. Se hacerte el beso de Singapur
como nadie te lo ha hecho. Con mi vagina absorbo tu pene como si
fuera la boca. Luego me levantas con tus potentes brazos, yo ya con
los ojos en blanco y gimiendo, entrando en un fastuoso orgasmo. Nos
corremos a la vez y caemos sobre el cuadro cuya pintura se corre
también. El retrato realista de mi desnudo se torna en una imagen
surrealista. La pintura se mezcla con tu espalda entre los gritos de
ambos. La estampa es ahora una mancha en la que apenas se distinguen
claramente unos pocos trazos, aunque sublime. Refleja un instante de
pasión loca y desenfrenada. El color castaño de mi cabello se
confunde con el rojo de los labios y el crema de la piel. Completamos
la obra con restos de flujo vaginal y semen que caen por mi
entrepierna y van a parar al amasijo. Aunque eres un pintor
figurativo te gusta el resultado abstracto del cuadro.
Al
día siguiente compruebas que los lamparones lejos de estropear el
conjunto añaden un equilibrio pictórico y decides poner más. Me
pides que te la casque tres veces y yo, con mi mano humedecida por el
sudor y la saliva, lo hago hasta que depositas todo el semen sobre el
lienzo. Con mi lengua completo la faena, mezclando el semen con la
pintura en el cuadro.
Una
galería de arte moderno francesa lo adquiere por 10.000 euros. Al
fin se reconoce tu talento. Decidimos “pintar” más todos los
fines de semana. Somos una pareja de creadores sublime.
David
S. Suarón.
1 comentario:
Eres el chino cudeiro??
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