Llegan las elecciones y hay gente que se vuelve a plantear no votar. Los argumentos pueden ser muy variados pero predomina un desapego y una desconfiancia hacia todos los partidos político y sus candidatos-as, incluso hacia las nuevas opciones.
Aunque quizás estén en lo cierto, no votar es la peor decisón. Es realmente lo que el sistema quiere. Tener ciudadanos-as zombis ajenos a la política. De esta manera, como pasa en Estados Unidos cuya participación media es solo del 54%, con unos pocos votos los grandes partidos y lobbys se reparten el poder político.
Según los sociólogos votar depende fundamentalmente de la gratificación social o personal que el individuo obtiene al hacerlo. Realmente no esperamos cambiar nada con nuestro voto pero obtenemos una gratificación en formar parte y contribuir a la gestión indirecta de la sociedad. En unas elecciones autonómicas y locales esta variable aumenta.
Pero para cambiar el sistema hay que votar. Tenemos que hacerlo con opciones que desde Asturias o desde los ayuntamientos planteen una recuperación de derechos y económica real. Una igualdad democrática y de oportunidades donde prime el acceso a unos servicios básicos de calidad y se garanticen unos derechos y libertades fundamentales. El Principado y los ayuntamientos tienen competencias en muchos ámbitos que son importantes para lograr eso.
Votar es punk.
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