miré al horizonte
con todas las pupilas heridas del descontento.
Creí que la aventura era tremeda y lejana,
un recuerdo como espejismo
en medio de lo largo que es el camino.
Yo también fui Don Quijote.
Cayeron los ideales como almenas de un castillo,
tropecé con los hombres
y busqué al enemigo
donde no había nadie
o en el desconcertante soplo del viento.
Yo también fui Don Quijote.
Gané y perdí a Dulcinea
en los golpes de mi mente.
Supliqué piedad al amor inclemente.
Yo también fui Don Quijote,
bebí sin sed,
amé todo menos el letargo.
Se deshojaron los libros
ante la fuerza inexpugnable de la vida.
Yo también fui Don Quijote,
y lo soy, lo seré siempre
descabalgado, y a lomos de este sueño de papel.
Lauren García.De "El castigo de los ángeles"(Quaderna Vía, 2014)
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