A LA PEREZA
¡Qué dulce es una cama regalada!
¡qué necio el que madruga con la aurora,
aunque las musas digan que enamora
oir cantar a un ave la alborada!
¡ Oh, qué lindo en poltrona regalada
reposar una hora y otra hora!
comer, holgar... ¡qué vida encantadora
sin ser de nadie y sin pensar en nada!
¡Salve, oh Pereza! En tu macizo templo
yo, tendido a lo largo, me acomodo.
De tus graves alumnos el ejemplo
me arrastro bostezando y de tal modo
tu estúpida modorra a entrarme empieza,
que no acabo el soneto de pe... re... za.
Manuel Bretón de los Herreros.
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