Tomando una Belenos
en la terraza de El Viena.
Frente a las mesas
un aparcamiento de tierra
que me saca su lengua de arena
al paso de cada nuevo coche.
Parece-el aparcamiento-
una parcela de desierto no edificable
en mitad de La Villa;
la túnica de un profeta tendido boca abajo
que el viento mueve
hasta lograr incubarle
una danza de vida.
El viento me gusta
porque al viento no se le censa,
no se le cobra el catastro
o cualquier otro tipo de impuesto.
Ni por supuesto,
le ponen una sola multa
por exceso de velocidad
o por mal aparcamiento.
Por eso,
cuando yo me vaya
no me llaméis ni cadáver,
ni fallecido,
ni muerto.
Simplemente,
llamadme viento...
J.I Pidal Montes "Nadie se salva"(Versos&Reversos)
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