"¡Oh infelices mortales ! ¡ Oh tierra deplorable!
¡Oh espantoso conjunto de todos los mortales!,
¡De inútiles dolores la eterna conversación!
Filósofos engañados que gritan: "Todo está bien".
Vengan y contemplen estas ruinas espantosas,
esos restos, esos despojos, esas cenizas desdichadas,
esas mujeres, esos niños, uno sobre otro, apilados,
debajo de esos mármoles rotos, esos miembros diseminados;
cien mil desventurados que la tierra traga.
Ensangrentados, desgarrados, y todavía palpitantes,
enterrados bajo sus techos, sin ayuda, terminan
en el horror de los tormentos sus lamentosos días.
Frente a los gritos, a medio formar, de sus voces moribundas
y frente al espantoso espectáculo de sus humeantes cenizas
¿dirán ustedes: "Es el efecto de las eternas leyes
que, de un Dios libre y bueno, necesitan la decisión?
¿Dirán ustedes, al ver ese montón de víctimas:
"Se ha vengado Dios; su muerte paga sus crímenes?"
¿Qué crimen, qué culpa cometieron esos niños,
Sobre el seno materno aplastados y sangrientos ?"
Voltaire 1756